CAP.11: MI FINAL... Y UN NUEVO COMIENZO
Esta vez no había correo, simplemente nos llamaron para ir a la
prueba. Estaba siendo el día con mejores
sensaciones desde que empezó todo y había que culminarlo con una victoria.
El trayecto hacia la prueba fue corto, apenas 10 ó 15 minutos.
Al llegar y ver el barro pensé en algo de arrastrarnos, cavar, etc.. pero Julian
nos explica en qué consiste y la cosa pinta muy bien. Es una prueba de tirar un equipo contra otro y ellos han
elegido a Juanito antes q a Korta y han dejado
fuera a León.
Eneko y Antuán eran dos buenos jabatos pero estaba motivadísimo,
sobre todo por mi primera lucha mano a mano con Eneko, el que me parecía el rival
a batir para llegar a ser el Conquistador. Para las chicas teníamos a una
más con las gemelas (eso a veces nos daba, a veces nos quitaba) así que estábamos
convencidos de que había que ponerle fuerza y a por todas, teníamos que ganar.
Empiezan las chicas con David y se nota que son superiores, vaya
empujón que nos dio el fichaje de Diana
para esta prueba. Además, la envergadura de Ari y el nervio y juventud de
nuestras trillizas pasan por encima de las chicas del equipo rojo y en poco
tiempo, nos llevamos esa tanda.
Empieza la de los chicos, Eneko justo detrás de mí, tal como
quería. Poco a poco nos vamos adelantando dando pasitos, pero era muy muy
difícil agarrarse al suelo, era barro
duro y resbaladizo. Un poco hacia adelante y a la izquierda tengo un
charco, y lo busco pensando que ahí podré hundir un poco más los pies... pero
al revés, patina más aún y pierdo el equilibrio un par de veces. Nos dicen las
chicas que nos queda nada para que David alcance el banderín, ¡¡venga, vengaaaa!!
la definitiva dice David. Empujo absolutamente con todo lo que tengo pero el tiempo que el programa estipula para
la tanda acaba y hay empate.
Una tanda más todos juntos, si ganamos ya está y si perdemos
habría un empate. David está muy
dolorido del golpe que se llevó en la prueba de los koalas pero siendo como es,
antes se rompe que abandonar.
Nos preparamos y cuando da Julian la salida no avanzamos tan
rápidamente como las chicas en la primera tanda, esto no va a ser tan breve. Y
así es, la tanda dura un buen rato pero en todo momento estamos nosotros más
cerca del banderín, así que de ninguna manera se nos podía escapar. Estamos un
poco desequilibrados y Diana, que está a mi lado, me dice que empuje al frente
pero un poco hacia la derecha, y en esa dirección voy dando pasitos. Esto está
hecho, veo que en breve llegamos... David hecho polvo después de tres tandas
con semejante dolor por fin agarra el
banderín y ganamos.
Nos abrazamos todos en el centro y disfrutamos de otro gran momento.
Hay un segundo que no digo nada, solo cierro los ojos, sonrío feliz y respiro hondo, pero enseguida miro al cielo
y suelto en un grito toda la alegría por volver a ganar.
Nos preocupa el estado de David pero sabiendo como es... y los
pocos días que le quedan ya como capitán, estamos relativamente tranquilos. En
la ruleta nos toca el segundo mejor premio posible (después de la picada), un surtido de frutas que nos hace
especialmente felices a Ari y a mí jaja, que la echábamos mucho de menos.
A la vuelta dejan a David para que le atienda el médico,
volvemos sin él al campamento rico y también tenemos que
esperar un rato antes de bajar, están preparando las frutas. Estoy pletórico,
esto va genial, después de este capítulo seremos
8 contra 7, con dos victorias seguidas hemos superado el momento crítico y
convencido de que la siguiente la volvemos a ganar.
Bajamos y vemos todas las frutas listas, pero antes de
disfrutarlas, aunque da mucha pereza decimos de quitarnos un poco el barro de
la prueba. Son más o menos las 19:00, se acaba de hacer de noche y recordándolo
ahora, pienso cómo te puede cambiar la
vida en un segundo. Al principio dije “bah, me lavo un poco la cara y los
brazos y ya está” luego “veeenga no voy a ser guarro, me lavo todo el cuerpo pero
en la orilla” y para terminar “joe... a estas hora ya que frío, mejor me meto
entero de golpe, de cabeza”.
Y así, justo después de decirle a la cámara que noto en el
cuerpo el esfuerzo de la prueba pero que ahora mismo todo se me pasa con un bañito ricou... y aunque es de noche y
no se ve nada, me tiro al agua. Fue
desde el mismo sitio y de la misma forma que otras dos veces antes ese mismo
día (una mientras todos dormían la siesta, si me pasa entonces nadie me hubiera
sacado...), estando absolutamente convencido de que ese punto en concreto lo tengo controlado y ahí no hay
peligro de rocas. Quién me iba a decir que la profundidad del río había bajado
aún más durante la tarde... y que tras el salto me esperaba el peor momento de mi vida.
Fue saltar de la
cabaña... e inmediatamente después chocar contra la roca. Ni siquiera recuerdo
sentir dolor, solo estar como aturdido, ver el agua a mi alrededor teñida de
rojo y pensar "pero....¿esto qué es?
¿qué me acaba de pasar?". Habría apenas 1 metro de profundidad
pero no conseguía salir a la superficie,
paralizado de cuello para abajo, nada me respondía. Es mentira que en ese
momento veas pasar tu vida por delante de tus ojos, la mente y el cuerpo se
aferran al instinto de supervivencia, a intentar dar una brazada, a estirar una
pierna para apoyar en la roca y salir a respirar, pero imposible... sólo me
quedaba saber que los demás estaban ahí, a escasos metros "me
tienen que ver...". Serían 20 ó 25 segundos de lucha inútil, hasta
que por fin veo los brazos de Iñigo,
que me sacan a la superficie.
Y es en ese momento,
tumbado sobre la superficie del agua sostenido por Iñigo y las chicas, cuando
empiezas a asimilar la situación... y te golpea una sensación de angustia
incontrolable. Te sujetan la cabeza a ambos lados y pudiendo mirar sólo al
cielo estrellado de Iguazú, comprendes todo el significado de la frase "el mundo se me cae encima". Por mi
cabeza pasaba algo así como "madre mía, la he cagado... a ver como salgo
de ésta...".
Pasa como un minuto y
empiezo a sentir otra vez brazos y piernas, "¡puedo
moverlos, menos mal!". Aunque no lo muestres, el estado de ánimo te cambia varias veces en pocos
minutos, por un momento te animas, piensas que igual ha sido un golpe en la
cabeza y ya está, un susto en el que no te has roto nada, que por la mañana
estarás otra vez en el Conquis peleando... y al siguiente lo ves todo negro:
"me he roto algo en la columna
seguro... ¿y si no vuelvo a andar?".
Pasan los minutos, mis
compañeros de equipo me hablan, yo sigo plenamente consciente e intento
tranquilizar a los demás, que piensen que no ha sido para tanto. Me empiezo a quedar frío y a tiritar,
todos me dan calor como pueden pero la sensación de frío va a más y en las
manos siento un hormigueo insoportable,
como pinchazos de alfileres, lo que hace que mi miedo a una lesión medular se acreciente.
Les agradezco especial
e infinitamente a Ari y a las gemelas
el buen manejo que hicieron de mi cuello y la tranquilidad que mostraron, no
exagero si digo que a ellas, y también a Iñigo,
Sarai y Diana, les debo la vida. Ari se ofrece a abandonar el programa y
venir conmigo, lo que puede hacer que se malinterpreten sus sentimientos por
mí, pero tiempo después me confesó que lo que sintió fue pánico, en su trabajo
ha visto casos similares y quería estar presente en todo el traslado y los
movimientos que me hicieran.
Entre mis compañeros y
la gente del programa que vienen acudiendo a la llamada de urgencia de Melani
(la redactora presente) me sacan del agua en el tablero espinal. El problema es
que subirme por la cuesta que sale del campamento rico con todo el suelo
embarrado es inviable, la única opción es llevarme en lancha por el río a Puerto Iguazú. En lo que a mí me pareció una
eternidad, la lancha por fin llega. Me suben entre todos y mientras los chicos
me despiden esperando que vuelva al día siguiente y quedamos en que me guarden
fruta, me alejo de ellos, con una preocupación inmensa en mi interior y la certeza de que ahí se ha acabado mi
Conquistador. Mi aventura ahora es otra... y acaba de empezar.