16/4/20

Historia del Conquis. "Jorge Almécija"




CAP.11: MI FINAL... Y UN NUEVO COMIENZO
Esta vez no había correo, simplemente nos llamaron para ir a la prueba. Estaba siendo el día con mejores sensaciones desde que empezó todo y había que culminarlo con una victoria.
El trayecto hacia la prueba fue corto, apenas 10 ó 15 minutos. Al llegar y ver el barro pensé en algo de arrastrarnos, cavar, etc.. pero Julian nos explica en qué consiste y la cosa pinta muy bien. Es una prueba de tirar un equipo contra otro y ellos han elegido a Juanito antes q a Korta y han dejado fuera a León.
Eneko y Antuán eran dos buenos jabatos pero estaba motivadísimo, sobre todo por mi primera lucha mano a mano con Eneko, el que me parecía el rival a batir para llegar a ser el Conquistador. Para las chicas teníamos a una más con las gemelas (eso a veces nos daba, a veces nos quitaba) así que estábamos convencidos de que había que ponerle fuerza y a por todas, teníamos que ganar.
Empiezan las chicas con David y se nota que son superiores, vaya empujón que nos dio el fichaje de Diana para esta prueba. Además, la envergadura de Ari y el nervio y juventud de nuestras trillizas pasan por encima de las chicas del equipo rojo y en poco tiempo, nos llevamos esa tanda.
Empieza la de los chicos, Eneko justo detrás de mí, tal como quería. Poco a poco nos vamos adelantando dando pasitos, pero era muy muy difícil agarrarse al suelo, era barro duro y resbaladizo. Un poco hacia adelante y a la izquierda tengo un charco, y lo busco pensando que ahí podré hundir un poco más los pies... pero al revés, patina más aún y pierdo el equilibrio un par de veces. Nos dicen las chicas que nos queda nada para que David alcance el banderín, ¡¡venga, vengaaaa!! la definitiva dice David. Empujo absolutamente con todo lo que tengo pero el tiempo que el programa estipula para la tanda acaba y hay empate.
Una tanda más todos juntos, si ganamos ya está y si perdemos habría un empate. David está muy dolorido del golpe que se llevó en la prueba de los koalas pero siendo como es, antes se rompe que abandonar.
Nos preparamos y cuando da Julian la salida no avanzamos tan rápidamente como las chicas en la primera tanda, esto no va a ser tan breve. Y así es, la tanda dura un buen rato pero en todo momento estamos nosotros más cerca del banderín, así que de ninguna manera se nos podía escapar. Estamos un poco desequilibrados y Diana, que está a mi lado, me dice que empuje al frente pero un poco hacia la derecha, y en esa dirección voy dando pasitos. Esto está hecho, veo que en breve llegamos... David hecho polvo después de tres tandas con semejante dolor por fin agarra el banderín y ganamos.
Nos abrazamos todos en el centro y disfrutamos de otro gran momento. Hay un segundo que no digo nada, solo cierro los ojos, sonrío feliz  y respiro hondo, pero enseguida miro al cielo y suelto en un grito toda la alegría por volver a ganar.
Nos preocupa el estado de David pero sabiendo como es... y los pocos días que le quedan ya como capitán, estamos relativamente tranquilos. En la ruleta nos toca el segundo mejor premio posible (después de la picada), un surtido de frutas que nos hace especialmente felices a Ari y a mí jaja, que la echábamos mucho de menos.
A la vuelta dejan a David para que le atienda el médico, volvemos sin él al campamento rico y también tenemos que esperar un rato antes de bajar, están preparando las frutas. Estoy pletórico, esto va genial, después de este capítulo seremos 8 contra 7, con dos victorias seguidas hemos superado el momento crítico y convencido de que la siguiente la volvemos a ganar.
Bajamos y vemos todas las frutas listas, pero antes de disfrutarlas, aunque da mucha pereza decimos de quitarnos un poco el barro de la prueba. Son más o menos las 19:00, se acaba de hacer de noche y recordándolo ahora, pienso cómo te puede cambiar la vida en un segundo. Al principio dije “bah, me lavo un poco la cara y los brazos y ya está” luego “veeenga no voy a ser guarro, me lavo todo el cuerpo pero en la orilla” y para terminar “joe... a estas hora ya que frío, mejor me meto entero de golpe, de cabeza”.
Y así, justo después de decirle a la cámara que noto en el cuerpo el esfuerzo de la prueba pero que ahora mismo todo se me pasa con un bañito ricou... y aunque es de noche y no se ve nada, me tiro al agua. Fue desde el mismo sitio y de la misma forma que otras dos veces antes ese mismo día (una mientras todos dormían la siesta, si me pasa entonces nadie me hubiera sacado...), estando absolutamente convencido de que ese punto en concreto lo tengo controlado y ahí no hay peligro de rocas. Quién me iba a decir que la profundidad del río había bajado aún más durante la tarde... y que tras el salto me esperaba el peor momento de mi vida.
Fue saltar de la cabaña... e inmediatamente después chocar contra la roca. Ni siquiera recuerdo sentir dolor, solo estar como aturdido, ver el agua a mi alrededor teñida de rojo y pensar "pero....¿esto qué es? ¿qué me acaba de pasar?". Habría apenas 1 metro de profundidad pero no conseguía salir a la superficie, paralizado de cuello para abajo, nada me respondía. Es mentira que en ese momento veas pasar tu vida por delante de tus ojos, la mente y el cuerpo se aferran al instinto de supervivencia, a intentar dar una brazada, a estirar una pierna para apoyar en la roca y salir a respirar, pero imposible... sólo me quedaba saber que los demás estaban ahí, a escasos metros "me tienen que ver...". Serían 20 ó 25 segundos de lucha inútil, hasta que por fin veo los brazos de Iñigo, que me sacan a la superficie.
Y es en ese momento, tumbado sobre la superficie del agua sostenido por Iñigo y las chicas, cuando empiezas a asimilar la situación... y te golpea una sensación de angustia incontrolable. Te sujetan la cabeza a ambos lados y pudiendo mirar sólo al cielo estrellado de Iguazú, comprendes todo el significado de la frase "el mundo se me cae encima". Por mi cabeza pasaba algo así como "madre mía, la he cagado... a ver como salgo de ésta...".
Pasa como un minuto y empiezo a sentir otra vez brazos y piernas, "¡puedo moverlos, menos mal!". Aunque no lo muestres, el estado de ánimo te cambia varias veces en pocos minutos, por un momento te animas, piensas que igual ha sido un golpe en la cabeza y ya está, un susto en el que no te has roto nada, que por la mañana estarás otra vez en el Conquis peleando... y al siguiente lo ves todo negro: "me he roto algo en la columna seguro... ¿y si no vuelvo a andar?".
Pasan los minutos, mis compañeros de equipo me hablan, yo sigo plenamente consciente e intento tranquilizar a los demás, que piensen que no ha sido para tanto. Me empiezo a quedar frío y a tiritar, todos me dan calor como pueden pero la sensación de frío va a más y en las manos siento un hormigueo insoportable, como pinchazos de alfileres, lo que hace que mi miedo a una lesión medular se acreciente.
Les agradezco especial e infinitamente a Ari y a las gemelas el buen manejo que hicieron de mi cuello y la tranquilidad que mostraron, no exagero si digo que a ellas, y también a Iñigo, Sarai y Diana, les debo la vida. Ari se ofrece a abandonar el programa y venir conmigo, lo que puede hacer que se malinterpreten sus sentimientos por mí, pero tiempo después me confesó que lo que sintió fue pánico, en su trabajo ha visto casos similares y quería estar presente en todo el traslado y los movimientos que me hicieran.
Entre mis compañeros y la gente del programa que vienen acudiendo a la llamada de urgencia de Melani (la redactora presente) me sacan del agua en el tablero espinal. El problema es que subirme por la cuesta que sale del campamento rico con todo el suelo embarrado es inviable, la única opción es llevarme en lancha por el río a Puerto Iguazú. En lo que a mí me pareció una eternidad, la lancha por fin llega. Me suben entre todos y mientras los chicos me despiden esperando que vuelva al día siguiente y quedamos en que me guarden fruta, me alejo de ellos, con una preocupación inmensa en mi interior y la certeza de que ahí se ha acabado mi Conquistador. Mi aventura ahora es otra... y acaba de empezar.

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